Una día, de paseo por el campo nos encontramos con alguien que, cubo y alargador en mano, cogía a buen ritmo los frutos de un nogal. Su cara no me era familiar. Eso en un pueblo tan pequeño como el mío quiere decir que no era de aquí. Conforme nos acercábamos a él, supe que el paisano con el que caminábamos era precisamente el dueño de ese nogal. Durante décadas lo había entutorado, protegido de las plagas, podado, cuidado. Un par de chascarrillos incómodos fueron todo el intercambio que hubo con el forastero que ni entendió que estuviese haciendo algo que mereciese un reproche ni se imaginó que ese árbol tuviese dueño. “Si quería nueces, sólo tenía que pedirlas en lugar de dedicarse a robarlas”. Un gruñido que, lejos de venir del sentido de propiedad, escondía frustración por no haber visto respetados los códigos de este territorio.
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vereda #6. ¿De quién es esto?
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Una día, de paseo por el campo nos encontramos con alguien que, cubo y alargador en mano, cogía a buen ritmo los frutos de un nogal. Su cara no me era familiar. Eso en un pueblo tan pequeño como el mío quiere decir que no era de aquí. Conforme nos acercábamos a él, supe que el paisano con el que caminábamos era precisamente el dueño de ese nogal. Durante décadas lo había entutorado, protegido de las plagas, podado, cuidado. Un par de chascarrillos incómodos fueron todo el intercambio que hubo con el forastero que ni entendió que estuviese haciendo algo que mereciese un reproche ni se imaginó que ese árbol tuviese dueño. “Si quería nueces, sólo tenía que pedirlas en lugar de dedicarse a robarlas”. Un gruñido que, lejos de venir del sentido de propiedad, escondía frustración por no haber visto respetados los códigos de este territorio.