Es jueves por la tarde. La llegada de días más cálidos y luminosos trae de vuelta las quedadas de costura. Vamos llegando al bar. Los saludos se entremezclan con la concentración en la labor. Algunas enseñan y otras aprenden. Las de más allá leen adivinanzas y acertijos que se entremezclan con la conversación. Un pequeño caos que fluye entre risas y anécdotas. Pasa la tarde y llega la noche. Ningún hombre se ha atrevido a sentarse en la mesa. El que alguna vez, muy de ciento a viento, lo ha hecho es una auténtica rareza al que el resto suele mirar con una mezcla de extrañeza y, diría yo, envidia. Ya no hay luz para seguir cosiendo almazuelas. Unas cuantas se van a preparar la cena. Cuidados siempre presentes. Una caña más. Y unas pipas.
Qué belleza descubrirte :) que siga la labor