Vuelves a los sitios que ya conoces. A los espacios donde alguna vez echaste raíces, incluso si eran finas y debiluchas. Vuelves a los mismos muros, calles, bares, librerías. A los ríos y bosques. Vuelves a las caras conocidas aunque siempre cambiantes. A los miedos y traumas. Vuelves a las ideas y proyectos. A leer. A escribir esta Vereda.
¡Qué ganas de que volvieras!
¡Gracias! Yo también tenía ganas de volver a estos paseos :)