Vuelves a los sitios que ya conoces. A los espacios donde alguna vez echaste raíces, incluso si eran finas y debiluchas. Vuelves a los mismos muros, calles, bares, librerías. A los ríos y bosques. Vuelves a las caras conocidas aunque siempre cambiantes. A los miedos y traumas. Vuelves a las ideas y proyectos. A leer. A escribir esta Vereda.
Hace cuatro meses, los planes se me fueron de las manos y la vuelta tuvo que ser hacia dentro, esperando el momento en el que el cuerpo pidiera rascar el caparazón y volver a salir. No pasa nada. El invierno nos pide a muchas desaparecer y en el campo, por suerte, se hace menos contra corriente. Las plantas que parecen muertas, están en realidad cogiendo fuerzas para después. Las semillas caídas, enterradas y aparentemente secas, esperan el momento adecuado y la nieve y el frío acompañan en esta hibernación que, ya se siente, va llegando a su fin.
La cabeza vuelve a llenarse de ideas, el pueblo, que nunca dejó de estar vivo para quienes vivimos aquí, comienza a vibrar más con eventos, rutas, paseos, fiestas. Los encuentros íntimos en las casas se mueven lentamente a las calles y a los patios. Las barbacoas se estrenan y empiezas a recordar el olor de las noches de verano. Pero espera, mejor sin prisa. Marzo se hace eterno si olvidas que aún es invierno.
Y si, como dicen, la primavera acabará siendo esa-cosa-misteriosa y desaparecida que les describiremos a nuestras nietas, atesoremos cada día loco de lluvia, sol, calor y frío. Escribamos sobre ella, dibujémosla y hagámosle fotos. Atesorar esta vuelta, también es eso.
El de la lana es otro mundo a salvar
Parte de esa vuelta hacia adentro durante estos meses ha consistido en sumergirme en el trabajo con las manos. En concreto, con la lana.
La tradición lanar en España se remonta varios siglos y, sin embargo, a día de hoy muchas razas autóctonas han desaparecido o están en riesgo de desaparecer. En mi zona, ganaderos me han contado como los vellones se han devaluado tanto, que los regalan o llegan a pagar para deshacerse de ellos. Las tiendas con más solera del lugar, confiesan ya solo utilizar materiales que vienen del otro lado del planeta.
Otro mundo que se asfixia entre prácticas que contaminan y explotan.
Pero antes de que la angustia nos pueda, os recuerdo un capítulo de Eugenio Monesma, que siempre ha estado ahí para atesorar y divulgar aquello que no debería ser olvidado.
Y os dejo algunos productores que he podido conocer más de cerca y que trabajan por recuperar este universo.
Planeo seguiré alimentando información sobre la lana y productos derivados, así que si queréis compartir otros productores conmigo, estaré encantada de recibirla.
Qué gusto estar de vuelta. Espero que estos meses hayáis podido hibernar un poco y tengáis el cuerpo preparado para la primavera que se viene.
Nos vemos en la próxima Vereda 👋
¡Qué ganas de que volvieras!
¡Gracias! Yo también tenía ganas de volver a estos paseos :)