Estamos en la terraza del bar del pueblo. El día es frío pero aún hace sol y el cuerpo pide gente después de tantos días de encierro. Por suerte, este ha sido uno de esos paseos que acaban en encuentro y en charla. ¿Cabello de angel? Sí, se hacerlo, lo aprendí de mi madre. Lo hago en la cocina de leña, es como más rico sale. No vale cualquier calabaza, se usa una en particular. La misma que hasta hace unas décadas daban a los cerdos criados en casa. Todo el mundo tenía animales en casa; dos o tres cabras para la leche y el queso, algún cerdo para la matanza y un pequeño rebaño de ovejas. Nos turnábamos para sacarlas al campo, así no había que subir cada día. No, la dula era para las cabras, no las ovejas. Unas pocas familias tenían vacas. La Merche era una de ellas, qué ricos sus quesos, nadie los hacía igual. Para el pan nos organizábamos entre nosotras, así sólo tocaba hacerlo una vez al mes. Se amasaba en la artesa, arriba en el alto. Muchas familias acabaron construyendo hornos de pan en su casa para poder hacer hornearlos a escondidas cuando el trigo estaba controlado. Y los críos con nosotras al campo o cuidados por la abuela. Sï, algunas mujeres salían a coser juntas pero yo no. Prefería dar clases de patronaje a las más jóvenes. Yo es que era muy cuca."
vereda #4. Cabello de ángel, leña y dulas.
vereda #4. Cabello de ángel, leña y dulas.
vereda #4. Cabello de ángel, leña y dulas.
Estamos en la terraza del bar del pueblo. El día es frío pero aún hace sol y el cuerpo pide gente después de tantos días de encierro. Por suerte, este ha sido uno de esos paseos que acaban en encuentro y en charla. ¿Cabello de angel? Sí, se hacerlo, lo aprendí de mi madre. Lo hago en la cocina de leña, es como más rico sale. No vale cualquier calabaza, se usa una en particular. La misma que hasta hace unas décadas daban a los cerdos criados en casa. Todo el mundo tenía animales en casa; dos o tres cabras para la leche y el queso, algún cerdo para la matanza y un pequeño rebaño de ovejas. Nos turnábamos para sacarlas al campo, así no había que subir cada día. No, la dula era para las cabras, no las ovejas. Unas pocas familias tenían vacas. La Merche era una de ellas, qué ricos sus quesos, nadie los hacía igual. Para el pan nos organizábamos entre nosotras, así sólo tocaba hacerlo una vez al mes. Se amasaba en la artesa, arriba en el alto. Muchas familias acabaron construyendo hornos de pan en su casa para poder hacer hornearlos a escondidas cuando el trigo estaba controlado. Y los críos con nosotras al campo o cuidados por la abuela. Sï, algunas mujeres salían a coser juntas pero yo no. Prefería dar clases de patronaje a las más jóvenes. Yo es que era muy cuca."