Me gusta seguir en redes a mujeres intrépidas que viven solas en los bosques. Que se construyen sus propias cabañas y cultivan su propia comida. La idea de la mujer y los espacios inhóspitos haciendo aquello que antes se tachada de imposible, me atrae una barbaridad. Hace unos días, vi a una de ellas llorando porque las crías de ratón que se había encontrado en su casa y que había acabado cuidando, no habían sobrevivido. Recuerdo pensar que quizás la reacción era un poco exagerada, a lo mejor incluso interpretada.
Vereda #15. Ser sensible al territorio
Esta edición ha quedado redonda. Gracias por comunicar de esta forma lo que creo que muchos sentimos.