Si has estado acompañándome un tiempo, sabrás que el nombre de estas cartas no es casualidad. Buena parte de las ideas de estas cartas surgen en paseos por el monte. Las lluvias me han tenido más encerrada de lo que me hubiese gustado en pleno arranque de primavera, pero hay algo que he aprendido después de todos estos años: el campo no espera. Aunque hablar de campo, no se suele asociar a la prisa –ya hablaremos de eso otro día– lo cierto es que la primavera te pone las pilas aquí más que en ningún otro sitio. Una semana puede ser la diferencia entre llegar a ver esa planta en flor o recolectar unas hierbas en su momento idóneo. Con esta intensidad y estas ganas renovadas de hablar con los caminos –y los campoatravés– los paseos han sido más de mirar compulsivamente al suelo, buscar, analizar, hacer fotos, interpretar y no tanto de pensar, escribir, idear. En esa línea, hoy, en lugar de una reflexión, os dejo un pequeño trozo de mis últimos paseos y algunas recomendaciones que me han obsesionado estas dos últimas semanas.









Todo sea por huir de la realidad
Hasta hace poco no tenía ni idea de lo que es el reality shifting y me ha explotado un poco la cabeza al descubrirlo. No es que me sorprenda el deseo de evasión de la realidad de un buen puñado de la población –que en realidad no es nuevo–, pero sí me sorprende que entre videos de TikTok y memes se hable de multiversos, teoría de las cuerdas y física cuántica. Si no tienes ni idea de qué te estoy hablando y te gusta curiosear sobre las profundidades de lo que se mueve en internet, te recomiendo que te reserves una tarde para leerte El mejor de los mundos imposibles, de Gabriel Ventura.
El Futurismo de Casete y lo familiar
El Futurismo de Casete es la estética que reproduce la mirada al futuro de los 70 y 80. Es decir, no se trata tanto de recuperar directamente imágenes de entonces, sino de reproducir una estética de cero en el momento presente, usando el imaginario visual de entonces. Viajes al espacio donde la información se recopila en cintas VHS, datos que se muestran en pantallas de cristal líquido (sí, de esas que si aprietas parece que se sale la tinta) y aparatos eléctricos que siempre pueden arreglarse con un poco de cinta americana. Este retrofuturismo conecta la imaginación con la técnica en una amalgama de nostalgias, aspiraciones y horizontes deseados con el que estamos tan familiarizados. Quizás sea precisamente esa familiaridad que sentimos ante estas formas visuales de austeridad absoluta y ese plástico beige de esquinas redondeadas – que casi seguro podríais encontrar en muchos de vuestros trasteros familiares– la que nos hace querer volver una y otra vez. Como un espacio seguro y cotidiano.
Si te apetece seguir ahondando, puedes echarle un vistazo a la recopilación de CARI, un colectivo digital que recopila, a modo de enciclopedia en proceso, diferentes estéticas muy específicas. Una fantasía de las rarezas si te interesa la cultura visual.
Crear sabiendo que no lo verás
Future Library es un proyecto ideado por Katie Paterson y apoyado por The Future Library Trust que cada año desde 2014 y hasta el 2114 planea recopilar una obra única de un escritor o escritora –Han Kang está en mi top–. Cada verano tiene lugar en medio de un bosque noruego una ceremonia de entrega llena de simbolismos. En un claro de este bosque se han plantado los árboles que a lo largo de un siglo generarán el papel para los manuscritos ¿Se puede hacer algo con más mimo?
Lo más especial de esta iniciativa es que los manuscritos permanecerán en una sala –y no cualquier sala, ¡esta sala!– de la librería Deichman en Oslo, sin poder ser leídas hasta que el proyecto haya terminado dentro de 100 años. Una especie de cápsula del tiempo literaria de la que no podremos conocer el desenlace, pero sí proyectar una parte de nosotras en él.
Hasta aquí esta Vereda. Nos vemos en la próxima 👋
Me ha encantado el proyecto de Future Library, y esa sala especial que le han hecho al proyecto podría sacarse de cualquier película de ciencia ficción 😍