Alrededor del pueblo abunda la tierra arcillosa. Un suelo pesado que apenas drena ni seca. Las partículas que lo componen son tan pequeñas, que el oxígeno apenas pasa entre ellas. Fértil, pero difícil de trabajar cuando está demasiado seco. De pH elevado. Tirando a alcalino.
Tomo notas en mi cuaderno de campo, sacando datos de libros y de videos en internet. El objetivo está claro. Entender mejor la huerta antes de la próxima temporada.
- Los pimientos tienen que pasar sed para coger más sabor.
- ¿Por qué?
- Porque así cogen más sabor.
- El injerto de púa se hace en la segunda quincena de febrero.
- ¿Por qué?
- Porque sino, no sale.
- La albahaca es buena en la huerta
- ¿Por qué?
- Porque ahuyenta a los bichos
- Pero, ¿por qué?
- ¡Ay! ¡Pues yo qué sé! Porque sí.
- ¿Pero no te interesa saberlo?
- ¿Para qué? Si yo ya sé lo que tengo que hacer.
El mismo cuaderno que recoge datos de libros y videos, sigue abierto en mi mano, pero desisto en el intento de encontrar explicación a algo que para quien tengo enfrente, no necesita explicación. Le observo. Bien pegado a la tierra y a lo que otras le contaron. Afianzando saberes añadiendo tan solo pequeños cambios. Prueba y error. Ella lo hace un poco diferente. Y aquel otro también. Tienen un estilo propio. Muy particular. Tan particular que no le serviría al pueblo vecino.
Para el saber campesino, es el recuerdo de palabras escuchadas en el pasado, el que sirve de justificación y es en la palabra contada a nuevos oídos en la que confían para hacerlo sobrevivir. Hoy, que todo se registra. Que ha de estar conectado. Ser escalable. Optimizado.
Les observo mirando al mismo trozo de tierra que tanto han paseado y tocado a lo largo de los años. Que tanto conocen. Como una extensión de su cuerpo. Miro ese universo tan diminuto y con tantos misterios.
Cierro el cuaderno. Mi cabeza no para de dar vueltas.
🗣️ Para escucharlo en primera persona
Tengo que agradecer esa costumbre de llevar siempre no solo el cuaderno, sino también la cámara encima. Os dejo aquí un pedacito de saber contado por un paisano. Yo así, escuchando, podría estar todo el día.
Solo me queda una cosa por deciros. Hoy he visto almendros en flor desde el tren. Teniendo en cuenta la locura climática en la que parecemos encontramos de manera perpetua, planeo ir a verlos de cerca cuanto antes. Os invito a que hagáis lo mismo. A la próxima Vereda, nos contamos qué tal. 👋
Hola Ester me llamo Victoria .
Me gusta y me alegra saber que todavía hay veredas que contar.
Gracias y saludos desde Cádiz 🙂