vereda #3. Tomates de otoño
Donde yo nací, hablar de tomates era hablar de verano. Con el frío, desaparecía su color y su sabor y no quedaba otra que esperar al año siguiente para tener un gazpacho en condiciones. Aquí se empiezan a recoger en Agosto, no antes, y se apuran los rayos de sol hasta bien entrado el otoño. El resto, los de guardar, se quedarán en el alto los próximos meses esperando sin agua ni luz su momento junto con las peras, las ciruelas, las cebollas, los ajos, los pimientos.
Se dice que en otoño la naturaleza, y con ella sus frutos, muere. Sin embargo, en lugar de deternerse, la actividad pasa a las raíces donde tienen lugar un sin fin de intercambios y procesos que Merlin Sheldrake o Stefano Mancuso explican a las mil maravillas y sin los cuales, la primavera no sería lo que conocemos.
La vida en los pueblos y cómo se percibe desde fuera me recuerda a este mismo proceso. Quien sólo los vive en verano y en fiestas pensará que toda la vida está en esos instantes y que después, como la naturaleza, muere. Esto le llevará a defender que la energía y el diseño de experiencias culturales se han de centrar en este momento porque es “cuando más gente hay”. Así, el círculo vicioso se mantiene. Los pueblos se siguen saturando en verano y se vacían de almas y actividad en invierno.
Aun con todo, quienes aún viven aquí todo el año saben que la vida no acaba cuando baja la temperatura. En su lugar, se vuelve más íntima, más hacia adentro, va a las raíces. Es el momento en el que las distancias se acortan y surgen otro tipo de conversaciones, de ideas y de aprendizajes. Es entonces cuando pueden crear y disfrutar proyectos que, como los tomates de otoño, tendrán un sabor y color propios. En ellos se gesta también lo que vendrá después. Se convierten, igual que en la naturaleza, en procesos indispensables para la vida.
🔈 Si prefieres escuchar esta sección en su versión narrada, te dejaré siempre un link al audio aquí.
🍁 Para vivir ruralidades más allá del verano
Decir que la ruralidad es una moda no tiene sentido. Someter su relevancia o vulgaridad a una visión centrada en lo capitalista tergiversa su identidad y nos lleva a pensar que, como todas las modas, esta será también pasajera. La ruralidad es. Qué imaginarios se construyan a su alrededor dependerá de la labor de muchos y muchas. Ubicada en Cantabría, La Ortiga Colectiva es una asociación cultural que se centra desde hace años precisamente en resignificar este imaginario de lo rural a través de la cultura, el arte y el pensamiento. Muy recomendable seguir su trabajo que teje redes mucho más allá del verano.
✨ Arte para todas las estaciones
Iranzu Urra es una ceramista cuyo trabajo te susurra cosas al oído con la máxima de las delicadezas. La naturaleza, la memoria y los sentidos son parte de sus temáticas. Desde que la descubrí hace unos meses, no he dejado de seguir tu trabajo. Espero que un día tengas la oportunidad de ver su obra en persona, hasta entonces, puedes conocerla aquí.
Si tu plan de los próximos días es descansar y cambiar de aires, te invito a que te acerques a un pueblo y dejes el GPS y las recomendaciones de Google en el bolsillo. En su lugar, pregunta y habla con paisanos y paisanas que encuentres en el camino. Quien sabe. Quizás descubras la historia que necesitabas en ese momento justo. Nos vemos en la próxima vereda 👋