vereda #2. Manos de tecla y tierra
En mi casa, como en muchas casas de pueblo, el calor en invierno depende de una estufa de leña. "La leña te calienta tres veces: cuando la recoges del monte, cuando la cortas y cuando la prendes". Nos lo dijeron al llegar. Les dimos la razón pocos días después.
La primera vez que sentí agujetas en los dedos fue también la primera vez que llevamos leña a casa. Tras años de pura tecla y pantalla, cada pequeño músculo en mis manos se quejaba de ese abuso repentino para el que no había habido preparación alguna. Ese día empecé a ver mis manos de otra manera. Se arañaban, ortigaban, raspaban. Sentían la textura de las espigas al borde del camino, la suavidad de la lavanda, del lomo de una cabra, la aspereza insoportable de las aulagas. Esas manos tenían ahora una nueva relación con el territorio.
En su libro "No-cosas", Byung-Chul Han cuenta que es la mano la que actúa y el dedo el que elige y que sin cosas, no hay mundo accionable, solo elegible. Afirma también que es lo tangible lo que estabiliza la vida o dicho de otra manera, lo que nos enraiza a la tierra y hace que no nos volvamos locos y locas de tanto correr.
Las manos de quienes me rodean ahora están íntimamente conectadas no ya a "cosas" sino a plantas, a animales, a la vida . ¿Será el efecto mayor así? ¿Será por eso que cuando la gente se harta dice "me voy al campo a plantar lechugas" buscando un volver a algo que, aunque desconocido, nos resulta extrañamente familiar?
Mientras escribo esto, guardo en una ventana minimizada del ordenador un curso de diseño digital que no logro dar por terminado. Quiero decirles que no sólo de la transformación digital vive el mundo. Que nos han contado que lo tangible vale menos, que tener cosas es intrínsecamente malo y que el futuro está en lo que no se ve (ni se siente). Y quiero pensar que sentir el latido de las cosas nos reconforta, que atesorar un objeto es bello y que ese futuro que el diseño también construye estará anclado a la tierra o no será.
🔈 Si prefieres escuchar esta sección en su versión narrada, te dejaré siempre un link al audio aquí.
🎞 Para recordar lo que no conoces
Mirar el archivo fotográfico de Ricardo Compairé es envolverte en una manta de luces y brumas del pasado. Como si ya pudiera sospechar que el que tenía delante era un mundo que se extinguía a marchas forzadas, dedicó buena parte de su vida a fotografiar la vida en el Alto Aragón. Su juego de contrastes de luz, imagen en movimiento y las propias escenas te pueden dejar ensimismada durante un buen rato. No he sido capaz de elegir una única foto pero puedes empezar por aquí y dejarte llevar.
🎧 Para enraizar con el sonido
A Carlos Herrero lo descubrí en una feria cerca de mi pueblo hace dos años. Su voz acompañada de una percusión hecha con cazos, cucharas de madera, utensilios del campo…me resultó hipnótica. Como si el sonar de esos cacharros conectase con mi propio latido. Mientras su música sonaba, algunos niños bailaban con sus abuelas, alguna valiente se lanzó a bailar sola. Yo no me atreví a unirme pero los sonidos de aquella percusión se me quedaron dentro.
Espero que te hayan entrado tantas ganas como a mi de abandonar la pantalla por un rato y mancharte las manos de tierra.
Hasta la próxima vereda 👋