Vereda #16. Esta no es una huída
Mucha gente piensa que mudarse al campo es una huída. Una búsqueda de refugio, un rechazo a la ciudad y a lo que en nuestras cabezas representa. En algunos casos no se equivocan. Sin embargo, las expectativas generadas por una mudanza al pueblo de este tipo tienen un problema de base que Marc Badal refleja muy bien en su libro “Vidas a la intemperie”.
“Ellos también han ido al campo esperando encontrar algo que respondiera a sus expectativas. Un entorno que habían construido en su mente mucho antes de llegar a conocerlo. El lugar donde sus sueños se hagan realidad […]. Miman con detalle la pequeña parcela de su paraíso particular. […], el campo les ofrecía la oportunidad de reinventarse […]. No han encontrado a los campesinos que habían imaginado. Gentes cinceladas por un molde roto hace tiempo. Portadoras de un elenco de valores que, casualmente, coinciden con los suyos: conciencia ecológica, gusto por el trabajo vivo y por lo pequeño, cooperación, responsabilidad individual y colectiva, arraigo al territorio y a la memoria, espíritu crítico, curiosidad, pensamiento holístico, atención a la singularidad y la heterogeneidad. […] No podemos cederles la palabra para que nos digan si se sienten reconocidos en las cualidades que estos peculiares recién llegados les atribuyen.”
De la misma manera que existe una foto fija sobre la vida en el campo y quienes siempre han vivido en él, de un tiempo a esta parte se ha dado forma al molde de quienes deciden cambiar su vida urbana por la vida rural y de las vidas que llevan. Lo noto en las preguntas por redes sociales, en las conversaciones con viejos amigos, en los eventos, las exposiciones. Se siente en las entrevistas que hablan de “cómo es la vida de una neorrural”.
Ahora, con el calor, aumenta el turismo, los retiros, las residencias artísticas. Los findes en el pueblo, las excursiones al campo. Son meses en los que el gusanillo de marchar de la ciudad se despierta más que nunca y los imaginarios de lo que puede ser vivir en una aldea, dan rienda suelta entre festival y baño en el río. Un porcentaje de quienes lo piensan lo contemplarán como una opción real al alcance de su mano. De ellas, sólo unas pocas lo llevarán a cabo. De este último grupo, una pequeñísima parte se quedará.
No pasa nada.
Toda persona que habita este espacio, suma. Se convierte en una pieza más del rompecabezas aún por resolver que es el futuro de los pueblos. Y es por esto que en mi cabeza este lugar no puede ni debe ser refugio de todo. Mi huída, mi escondite. Al contrario, ha de provocar y provoca que me involucre más en la comunidad que me rodea. Que me importe más mi entorno que lo que me ha importado nunca y que sepa reconocer y valorar el papel que puede jugar cada pequeña acción y palabra. Más de lo que lo había hecho en toda mi vida.
Puedes escuchar aquí la versión narrada.
🎶 Experimentos y música desde lo rural
Mientras escribo estas líneas, me encuentro entre charlas, mesas redondas, música y poesía en torno a lo rural que requerirán de tiempo para su digestión. Por ahora, compartiré un pedacito de lo descubierto: La música en directo de Tarta Relena es una experiencia sonora experimental que aun me vibra por dentro y que recomiendo que viváis encarecidamente. Hasta entonces, podéis empezar escuchando esta canción.
🚂 Todos los caminos llevan…al centro
El otro día preparando un viaje me asusté viendo las rutas de trenes y la cantidad ridícula de horas que tomaba moverse a zonas cercanas. Me acordé entonces de este artículo de la revista Yorokobu que explica bastante bien la razón y origen de esta vertebración territorial que tan poquito ayuda a los medios rurales.
Gracias por venirte a esta Vereda. Nos vemos en la próxima 👋