Me gusta seguir en redes a mujeres intrépidas que viven solas en los bosques. Que se construyen sus propias cabañas y cultivan su propia comida. La idea de la mujer y los espacios inhóspitos haciendo aquello que antes se tachada de imposible, me atrae una barbaridad. Hace unos días, vi a una de ellas llorando porque las crías de ratón que se había encontrado en su casa y que había acabado cuidando, no habían sobrevivido. Recuerdo pensar que quizás la reacción era un poco exagerada, a lo mejor incluso interpretada.
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Desde el año pasado, una pareja de colirrojos anida en nuestra terraza. En su primer intento el nido logró acabar su ciclo con cinco rechonchos volantones que abandonaron su espacio seguro a los pocos días. Este año, la actividad volvió al nido. Rehabilitar el lugar, poner los huevos, incubarlos. Ya están aquí. Cuatro pequeñas criaturas sin plumas, de piel casi transparente, moviéndose con torpeza. Es bonito asomarse y mirar desde lejos. Hay algo en ver crecer a un ser vivo desde cero que te conecta directamente con el. No necesariamente porque intervengas en su crecimiento, sino por poder ser testigo, y un poco ‘voyeur’, del proceso de otro.
Hace tan solo un par de días, amanecimos ante el nido sin vida. Hablando con paisanos más expertos que yo en el tema, llegamos a la conclusión de que el calor excesivo y fuera de fecha había podido ser el responsable. Me pregunté cuántos otros nidos estarían sufriendo la misma suerte. Me acordé de la chica del video y me arrepentí de pensar que su reacción era exagerada. Yo también estaba triste.
Acostumbrados a habitar espacios que crecen a espaldas de la naturaleza, generamos escasa conciencia del impacto que una ola de calor, una lluvia torrencial o un granizo a destiempo tiene sobre el ecosistema del que formamos parte. Por otro lado, existe una sensibilidad hacia el territorio que sólo entiende quien tiene una relación profunda con él. No sólo porque lo necesite para su subsistencia, que también, sino porque forma parte de su propia historia, tiene una relación con él. Lo bueno es que, en mi experiencia, esta sensibilidad se puede nutrir. Crece cuanto más conoces, cuanto más tiempo pasas observando nidos, bañándote en bosques, haciendo renques en la huerta en días de sol intenso o conversando sobre los viejos hornos de pan del pueblo. Y un día te das cuenta de que aplicas ese nuevo trozo de ti no sólo a tus espacios privados sino a tu trabajo, a los proyectos que eliges hacer, a la gente con la que decides trabajar o a los activismos que apoyas. Y ya no hay vuelta atrás, ni ganas de hacerlo.
Y si un día alguien percibe tu sensibilidad como exagerada o fuera de lugar, ¿a quién le importa?
Puedes escuchar aquí la versión narrada.
🧶 Eventos para juntarnos
Con sus fallos, defiendo el poder que han tenido los eventos online para abrir contenidos e incentivar la participación a la gente que vive en los pueblos. Aún así, reconozco que no hay como el carne y hueso de vez en cuando para aumentar la energía y conectar a más niveles. Que los eventos presenciales se hagan también en los pueblos es ya una necesidad, sobre todo, aunque no exclusivamente, cuando la temática es rural. El V Foro Cultura y Ruralidades de este año tendrá lugar en Navia (Asturias) del 1 al 3 de Junio y viendo la gente que va a participar, creo que ir es una buenísima idea.
📚 Lecturas de mujeres intrépidas
Naturaleza es nombre de mujer de Abi Andrews es una novela que aborda el tabú que ha vivido en nuestro imaginario la idea de la mujer como exploradora de naturaleza y reivindica el derecho a viajar solas a los lugares más remotos. Después de meses esperando en la mesilla, ha conseguido engancharme desde las primeras páginas y llevarme de viaje con ella. Viva el ensayo pero que necesario darle un descanso de vez en cuando.
Me resisto a abusar de las redes sociales para dar a conocer Vereda a más gente. Prefiero el boca a boca y el poco a poco, así que si crees que estas cartas le pueden gustar a alguien que conoces, te agradeceré que la compartas. En cualquier caso, y antes que nada, espero que hayas disfrutado de este paseo, nos vemos en la próxima 🌾
Vereda #15. Ser sensible al territorio
Esta edición ha quedado redonda. Gracias por comunicar de esta forma lo que creo que muchos sentimos.